VIVIENDA Y PREMIOS

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VIVIENDA Y PREMIOS.

La vivienda es un derecho esencial de los ciudadanos como espacio donde desarrollar su actividad personal, familiar y de relaciones sociales. A lo largo del siglo XX las diferentes guerras han representado retos importantes en los países europeos para poder proporcionar alojamiento a todos. Propuestas arquitectónicas diversas, desde la llamada vivienda mínima que reduce las dimensiones para ajustar al máximo los costes, las  propuestas de industrialización para reducir tiempo y costes y en general las propuestas de vivienda social tratan de dar respuesta a esta necesidad. Realidades diferentes han sido las de las últimas décadas en países como el nuestro en el que la vivienda se ha convertido en una inversión con una rentabilidad más alta que cualquier otra, con la elevación artificial de precios y una subida desproporcionada de los costes. Y este  proceso ha tenido un alto coste social, personal, para muchas familias y colectivo por el deterioro urbanístico y paisajístico que ha producido.

Premio Pritzker.

En arquitectura hay un premio especialmente importante como es el premio Pritzker. Un premio anual concedido por la fundación norteamericana Hyatt y que goza de gran prestigio entre los arquitectos de todo el mundo. Un premio creado en 1979 y que cada año reconoce la obra de algún arquitecto, por su obra que, según los convocantes, debe tener un alto nivel de creatividad y una excelente calidad en su desarrollo constructivo. Un premio que lleva incluido una remuneración económica de 100.000 dólares y que se va entregando en diferentes lugares del mundo tratando de abrir así la convocatoria y el reconocimiento al ámbito mundial.

A lo largo de su historia diferentes arquitectos han recibido este premio y colectivos, universidades, arquitectos a título personal quieren obtener este reconocimiento como marca de calidad. Arquitectos como Robert Venturi, Luis Barragán, Niemeyer, Stirling, Richard Meier, Zaha Hadid, Kazuyo Sejima, Aldo Rossi, Siza o el español Rafael Moneo han recibido el Pritzker. Premios que reconocen obras singulares de gran impacto y con especial calidad. Las diferentes nacionalidades y lugares de procedencia de los premiados tratan de dar esa imagen cosmopolita que quiere tener el premio. Una imagen que sin embargo parece atender, casi siempre, más a la singularidad de la obra, a la visión especial de la actividad de cada arquitecto.

Sin embargo de vez en cuando el Pritzker fija su atención en obras más humildes pero de gran calidad poniendo el acento en el contenido, en la implicación social del arquitecto y en la inserción de la arquitectura en el territorio y el paisaje, Este año el premio ha recaído en el arquitecto chileno Alejandro Aravena, un arquitecto no conocido en muchos medios sociales e incluso profesionales.

Alejandro Aravena.

Alejandro Aravena supone una aportación singular a estos premios Pritzker como reconocía el presidente del jurado Peter Palumbo. Aravena, nacido en Santiago de Chile en 1967, tiene un estudio con el nombre de Elemental que plantea una forma singular de trabajar desde la arquitectura. Sus viviendas incrementales son proyectos en los que la persona que va a vivir en ella tiene la posibilidad de irla ampliando y modificando cuando sus posibilidades económicas se lo permiten. Una propuesta que ya ha estado presente en diferentes arquitectos en las últimas décadas desde las propuestas abiertas al diseño de cada usuario a proyectos con posibilidades de modificaciones o aumentos de la vivienda de acuerdo con las necesidades familiares.

Aravena decía que los arquitectos han estado demasiado preocupados por sí mismos tratando de resolver problemas que interesan solo a otros arquitectos y han eludido los problemas reales de la sociedad.  Y sin embargo, la arquitectura es un conocimiento que puede hacerse cargo de la complejidad de la sociedad, de los problemas de la vivienda pero también de los de la ciudad, de la convivencia y en definitiva de la realidad global. Y para ello la situación de austeridad que debemos vivir y la escasez de recursos son una oportunidad excelente. Aravena presentaba el caso de su país y dice que Chile, a mitad de camino entre ser suficientemente pobre para tener que justificar las respuestas que da, pero no tan pobre como para actuar sólo para sobrevivir, permite inaugurar algo que no existía antes. Estar a mitad de camino es sumamente sano.

Su obra es una mezcla de actuaciones muy diversas, desde proyectos casi escultóricos de volúmenes limpios y contundentes a obras más complejas como las torres de la Universidad Católica de Santiago de Chile y de sus viviendas sociales de extrema sencillez y que para mí son probablemente su aportación más interesante. Proyectos muy diferentes y que merecerían comentarios diversos por la diferente forma de actuación y de acercamiento a la realidad arquitectónica. Ello junto a diversas actuaciones en el entorno urbano como parte de la solución de los problemas globales son aportaciones de indudable interés. Por eso, que el Pritzker fije su atención en un arquitecto implicado en la realidad social, en la necesidad de la vivienda como ámbito fundamental para la vida de las personas es una buena noticia que quiere superar esa visión de la arquitectura espectáculo que hemos vivido en los últimos tiempos.

Arquitectura y sociedad.

Porque en muchos casos, los arquitectos hemos olvidado que nuestra tarea es atender a las necesidades de la gente, que nuestra humilde misión es dar respuesta a las demandas de la sociedad y en ese conjunto de demandas, la vivienda es esencial y básica. Porque la vivienda es una necesidad fundamental de las personas y porque la vivienda es un elemento esencial en la configuración de la ciudad. Una vivienda que debe ser accesible a todos permitiendo ese derecho constitucional para cualquier persona, sea cual sea su capacidad económica.

La llamada vivienda social, esa vivienda apoyada de alguna manera por la administración en sus diferentes formas de gestión y financiación debe recuperar la calidad de la arquitectura que debería conformar nuestra ciudad. Ahora, muchos ayuntamientos han presentado sus estrategias para los próximos años con financiaciones que deberán ajustarse a la realidad de unos presupuestos globales reducidos y dilatados en el tiempo. La rehabilitación de la vivienda social como parte esencial de muchos de nuestros barrios debería ser una prioridad esencial como camino de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y la convivencia y la vida ciudadana en muchos de esos espacios de la ciudad.

La actual situación económica que nos obliga a criterios de racionalidad, de utilización austera de los recursos puede y debe ser una buena oportunidad para replantear actuaciones, para ajustar nuestras propuestas a las necesidades reales de la sociedad. Y en esa actuación, la vivienda social puede y debe ser una prioridad.