TPX 6 RUINAS MODERNAS

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En las salas de exposiciones del Instituto de Crédito oficial (ICO) hay una exposición excelente y recomendable para aprender de nuestros errores pasados. Una exposición titulada Ruinas modernas, comisariada por la arquitecta Julia Schulz-Dornburg que da fe de algunas de  las aberraciones urbanísticas de las últimas décadas.  La exposición presenta un conjunto de fotografías de actuaciones urbanísticas inacabadas o no iniciadas, muestras de los más diversos lugares de España

            Proyecciones fuera de toda realidad que prometían crecimientos desmesurados, fuera de toda lógica  Con previsiones, por ejemplo, en “Marina d’Or Golf” de 141.576 habitantes frente a los actuales 13.107 actuales de los municipios de Cabanes y Oropesa. Toda la exposición es un mural blanco en el que los datos, las frases publicitarias de grandes promesas de futuro son de una ingenuidad absoluta. Pero lo malo es que eran reales, propuestas adoptadas por ayuntamientos, promotores y numerosos ciudadanos que compraban edificios en estas maravillosas promociones. Como señala  Joan Fontcuberta: “Lo que importa es mentir bien”. Y los videos promocionales de familias que pasean felices por estanques idílicos, campos de golf rodeados por lagos artificiales en lugares donde no hay agua ni para el consumo humano, espacios de un verde espléndido en comarcas donde el calor hace imposible esa vegetación, en urbanizaciones que se extienden al infinito eran propuestas normales en todos los rincones del país.  La exposición recoge numerosas fotografías que dan testimonio de este proceso, incluye planos generales de las propuestas de urbanizaciones y grandes proyectos inmobiliarios con sus videos de promoción, sus estudios urbanísticos y sus dibujos, terribles, de viviendas encantadoras. Las cartelas de los lugares enmarcadas en negro, como esquelas de defunción mantienen el tono irónico de la exposición que por sí sola es una crítica demoledora del proceso de crecimiento constructivo y urbanístico de las últimas décadas.

 

Ejemplos cercanos de las ruinas recientes.

            Los cuatro aspectos que presenta la exposición son: 1.- Expansión, herencias territoriales, exploraciones geográficas y designios políticos. 2.- Ocupación, el gran saqueo. 3.- Constitución, arqueología del futuro. 4.- Ficción, ciudad de vacaciones. Cuatro palabras que forman parte de esa jerga que camuflaba y adornaba los proyectos urbanísticos de deterioro y depredación de nuestro territorio y nuestro paisaje. Todos se aprendían los mensajes de sostenibilidad, de compacidad urbanística, de calidad de vida, eficiencia energética… para, a partir de ahí, poder cometer los mayores atropellos acompañados de diseños tanto urbanísticos como arquitectónicos de la más baja calidad. Para entender ese vacío de las últimas décadas en España la exposición del ICO es esencial. Una exposición que se debería recomendar a políticos, promotores, arquitectos y urbanistas para entender el desastre que, entre todos, hemos construido y creado, para aprender de cara al futuro.

            En la exposición está también presente Ciudad Real con el proyecto del Reino de don Quijote y el de Calatrava en Villamayor de Calatrava. “El reino es un resort turístico internacional que conjuga elementos de ocio y convenciones en un entorno de alto nivel y calidad, que integra una amplia oferta al alcance de todos. Municipio de Ciudad Real 74.798 habitantes. El reino de don Quijote 43.920 previstos”. Ya el principio es impactante. Porque el proyecto ha ido creciendo, presentación tras presentación y en esta que se plantea en la exposición se habla de 43.920 habitantes que viene a ser el crecimiento actual de Ciudad Real en 45 años. A continuación se presenta la descripción del proyecto: “El resort comprende el hotel-casino Caesar’s España, un hotel balneario, un hotel y centro de convenciones, tres hoteles temáticos, una zona comercial de lujo, áreas de convenciones (22.000 metros cuadrados), un auditorio con capacidad para 3.000 personas, tres campos de golf (dos de ellos de 18 hoyos) y alrededor de 9.000 viviendas. Además contará con una ciudad deportiva, centros educativos y médicos, así como un tren ligero para enlazar el complejo residencial y de ocio con la estación de tren y el futuro aeropuerto de Ciudad Real”. La verdad es que leído ahora sobrecoge pensar en la fe que muchos tenían en propuestas de este tipo.

            Sobre una superficie de 6.834.390 metros cuadrados se proponía edificar 3.501.675 metros cuadrados es decir una superficie equivalente a unas 35.000 viviendas. El proyecto contaba con los planes urbanísticos de grandes estudios. Un Plan Director del estudio B 34 (2001-2005), Banisur (Master plan y Plan Parcial) y AUIA (Programa de Actuación urbanística). La web del propio proyecto informa de la aprobación el PAU en 2008. Equipos de urbanistas, predicadores de la sostenibilidad, de las nuevas ordenaciones de la ciudad compacta, de la austeridad de los proyectos asumen sin problema los proyectos millonarios que parecían representar estas propuestas de nuevo crecimiento. También deben asumir la parte de responsabilidad que les corresponde en este gran circo de las ruinas.

           

La nueva realidad y volvemos a la Ley de Costas.

            La situación económica actual nos ha devuelto a la dura realidad de algo que no era un sueño sino una mala propuesta camuflada de progreso, empleo y creación de riqueza. El camino no ha sido ese ni puede serlo en el futuro; la construcción es un sector importante en nuestro país que genera empleo de una forma muy importante y superior a otros sectores, que mantiene empresas auxiliares en gran cantidad. Todo eso es verdad y debemos cuidarlo como un sector económico que es especialmente importante en nuestra comunidad autónoma. Pero debemos desarrollarlo en la medida en la que lo necesitamos, construyendo lo que demanda la sociedad para sus viviendas y equipamientos comunes. Y lo debemos hacer con los necesarios controles de calidad de los productos que se construyen y con el cuidado del entorno urbano en que se desarrollan, cuidando de forma estricta los planes urbanísticos y la disciplina en su cumplimiento y analizando con la sensibilidad actual su implantación medioambiental.     

            Pero parece     que no hemos aprendido la lección y se modifica la Ley de Costas para permitir una ocupación contraria a toda lógica de las zonas próximas a la costa. Por razones constructivas, por razones medioambientales y por razones económicas no deberíamos permitir esa aberración. Porque vender la costa es vender uno de los activos esenciales de nuestro país que es el turismo. Afortunadamente las exigencias de nuestros visitantes incluyen las de los valores medioambientales. La degradación de las costas, con las edificaciones en sus mismos bordes, devalúa nuestro paisaje y por ello nuestros atractivos turísticos y la valoración que ofrecemos al exterior. Nuestros gobernantes siguen dando prioridad a negocios especulativos, a rentabilidades de determinados colectivos en el corto plazo por encima de los valores generales de los ciudadanos. Y la propiedad común de las costas españolas, el disfrute de ellas para todos, la conservación de los valores medioambientales de sus espacios fuera de la alteración de las edificaciones es algo esencial a defender desde nuestras leyes y normas urbanísticas. La nueva Ley de Costas es una de las muchas aberraciones que el actual gobierno está decidiendo de forma acelerada sobre el futuro de nuestro país.