IH 10 PATRIMONIO DEL TRABAJO

 

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PATRIMONIO DEL TRABAJO.

            El patrimonio histórico ha sido valorado, habitualmente, por criterios temporales y de interés artístico. Y por ello se ha apreciado tradicionalmente lo antiguo y lo que poseía una cierta grandiosidad. La arquitectura del poder religioso, civil o militar formaba parte de esa realidad. Pero hay otros testimonios que forman parte de nuestro patrimonio histórico. El próximo 1 de mayo celebramos, otro año, el día del trabajo que se inició en 1889 en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional como homenaje a los mártires de Chicago.  Un grupo de trabajadores que fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha para reivindicar la jornada de ocho horas, jornadas que se iniciaron el 1 de mayo de 1886.  Un trabajo que en las grandes ciudades de todo el mundo ha estado asociado a los procesos de industrialización que se desarrollan con la Revolución industrial.

            Y con ese proceso de industrialización comienza la construcción de grandes instalaciones de diversa índole que van ocupando el territorio. En Castilla-La Mancha en la mitad del siglo XIX hubo un importante impulso de la minería dedicada fundamentalmente a la extracción del producto que luego se beneficiaba en otros lugares. A lo largo del siglo XX se desarrollan áreas de trabajo concretas: el sector alimentario ha consolidado una red de bodegas, almazaras y otras producciones menores de gran interés económico y social. La industria de la construcción se centra fundamentalmente en la producción cerámica y en la de los hormigones con importantes instalaciones en la región. Ciudades industriales como Puertollano surgen con especial intensidad desde 1940 hasta la actualidad. Antecedentes importantes como los que creó la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya consolidaron grandes complejos industriales. Una estructura industrial que en el momento actual supone un peso importante en nuestra economía en sus diferentes sectores.

La realidad compleja de la industria.

            Surgen así lugares industriales en los que hay una multiplicidad de elementos que se implican en el proceso. Recursos naturales de la geología del lugar, de la agricultura o de otra índole establecen una relación con el medio natural próximo. Las instalaciones industriales requieren la construcción de edificios que asumen los conocimientos tecnológicos de cada época y que experimentan una revolución notable con la llegada de las tecnologías del hormigón y del hierro. Y en esos espacios se ubican las maquinarias de todo tipo que ayudan en los procesos y que consiguen unas condiciones espaciales de producción en cantidad y calidad. Miles de personas vinculan su vida a estas instalaciones en diferentes formas de trabajo. Y de ellas surgen producciones diversas que han ido evolucionando con el paso del tiempo. Producciones que requieren sistemas de comercialización, de acercamiento a los consumidores con medios de trasporte adecuados, con una logística de distribución y una imagen de venta y distribución. Todo ello requiere además una organización administrativa que genera documentos técnicos, económicos y administrativos. Y así, en torno al proceso de industrialización surge un conjunto de elementos ambientales, constructivos, de instalaciones, personales y documentales que configuran el patrimonio industrial.

            Un patrimonio que, ene esta complejidad de su conformación, tiene una especial riqueza. Y por ello el estudio de este patrimonio se realiza desde una perspectiva múltiple. Diversos enfoques, profesionales y metodologías permiten entender la riqueza de esta realidad que es parte de nuestra historia. Lo que hoy denominamos paisajes industriales que requieren la presencia de geógrafos, geólogos y expertos en medio ambiente nos permiten entender el uso y el aprovechamiento de los recursos naturales de cada zona que han condicionado el desarrollo industrial. Sólo ese entendimiento explica en ocasiones el origen de las instalaciones industriales y su desarrollo posterior. Las grandes construcciones que albergan los diferentes sistemas de producción son objeto de estudio de arquitectos e ingenieros que explican sus sistemas constructivos, y sus peculiaridades formales que, en cada momento, quieren presentar la imagen de la producción a la sociedad.

            Los avances en las diferentes maquinarias, las energías que las mueven y las organizaciones generales de las instalaciones requieren la especialidad de los ingenieros industriales y cada vez más, en las modernas instalaciones, de los informáticos y expertos en sistemas computacionales. Las formas de trabajo, las condiciones sociológicas y políticas son parte esencial del estudio de este patrimonio industrial. Instalaciones que, en ocasiones, han generado conjuntos residenciales, auténticas ciudades residenciales asociadas a las factorías de grandes dimensiones. Factorías que generan una importante documentación que será estudiada, catalogada y ordenada por los expertos documentalistas. Un patrimonio que en su diversidad debe ser estudiado por muy diferentes profesionales que darán visiones plurales del mismo y enriquecerán el conocimiento de una realidad que es parte esencial de nuestra sociedad.

Patrimonio del trabajo.

            Este patrimonio es parte esencial de nuestra historia y de nuestra cultura y por ello debe protegerse y conservarse. En estos días se debate en Zaragoza sobre la necesidad de conservar la factoría Averly elemento esencial de la historia de la ciudad y que debe mantenerse en sus elementos esenciales como parte fundamental de su economía y de su evolución social. Un proceso que se va repitiendo en diferentes lugares de nuestra geografía que no aprende a valorar y a apreciar este patrimonio y las espléndidas posibilidades que tiene de mantenerse, de conservarse e integrarse en la vida actual. El patrimonio industrial, patrimonio del trabajo de la comunidad es parte esencial de nuestra historia y como tal debemos aprender a valorarlo y conservarlo.

            Es un patrimonio esencial para nuestra comunidad porque es el patrimonio del trabajo, el testimonio de la actividad, de la vida de cientos de personas que han estado vinculadas a estas instalaciones y a esa actividad. El patrimonio del trabajo debe ser parte esencial de nuestro patrimonio histórico con sus peculiaridades de tratamiento, de conservación y rehabilitación. Espacios en los que muchos trabajadores han pasado gran parte de su vida. Espacios cuyos productos han sido la imagen de sus lugares de producción. Espacios que son la huella de la historia de la sociedad y que por ello recordamos y mantenemos con la dignidad de ser parte de nuestras vidas.