IH 25 PAISAJES DEL OLIVAR

PAISAJES DEL OLIVAR

Los paisajes se construyen como suma de elementos: la geología del lugar, la topografía, elementos geográficos y naturales, modificados con el paso del tiempo y la acción del hombre, que configuran finalmente el paisaje cultural. El paisaje del olivar tiene una serie de características comunes en casi todos los territorios. Es un paisaje de la geometría definida por el modo de plantación en una retícula que permite observar la imagen de un conjunto ordenado en ambas direcciones.  Esta configuración hace que, en la visión desde el nivel de la plantación, se presenten las alineaciones y la perspectiva que generan hacia el horizonte. Cuando la visión se produce desde zonas más elevadas, el paisaje se hace regular en la visión ordenada en ambas direcciones.

Es el paisaje del color verde oliva y de hecho, la peculiaridad de su coloración hace que se conozca así un color determinado. Colores apagados que armonizan con los troncos de los árboles resaltando sobre el terreno en el que se sitúan. Las formas peculiares del olivo y su color configuran una realidad fácilmente identificable. Y es el paisaje de las formas singulares de sus troncos y sus ramificaciones, conformados a lo largo de los años como esculturas vivas.

Geografías y denominaciones de origen.

En Castilla-La Mancha los paisajes del olivar se van diferenciando en las zonas en las que se sitúan y que han dado lugar a las diferentes denominaciones de origen.

El Campo de Calatrava es un amplio espacio natural con peculiaridades geográficas a históricas. La comarca tiene un relieve volcánico de gran interés geomorfológico y paisajístico. Un espacio con más de cien volcanes, mecanismos eruptivos y formas ejemplares que le confieren un aspecto peculiar. Territorios en los que el olivar ocupa las zonas llanas de las que sobresalen, en el horizonte, las formas del vulcanismo que han conformado los relieves y la edafología de la zona. El cultivo supone una superficie importante del territorio constituyéndose en elemento esencial e identificativo de su paisaje.

Montes de Toledo abarca una amplia zona de las provincias de Toledo y Ciudad Real (80 municipios) con 69.964 hectáreas de olivar. Los Montes de Toledo forman un conjunto de relieves montañosos de altitud media que tienen un límite en el Norte con la meseta cristalina de Toledo, al Sur con el campo de Calatrava, al Este con la llanura manchega y al Oeste con la Jara. El paisaje del olivar se hace singular por la presencia de las elevaciones en su entorno. En la zona de los Yébenes el olivar que se extiende en grandes superficies ocupa las zonas llanas y sube por las laderas de las montañas hasta cotas elevadas. La visión desde la altura permite la observación de la geometría que se fragmenta en parcelas con diferentes orientaciones sobre los fondos rojizos del suelo en contraste con el horizonte de los cereales amarillos, en verano, y las pequeñas elevaciones del entorno próximo. El contraste de las zonas de valle y llanura con las montañas en el horizonte caracteriza de forma singular este paisaje oleícola.

En la zona de la provincia de Ciudad Real hay también un paisaje singular determinado por la presencia de las cadenas montañosas. La carretera que va de Malagón a Picón en dirección Este-Oeste deja al norte la sierra de Malagón con una zona en su ladera donde los cultivos de vides, olivos y frutales conviven. La imagen del olivar que sube hacia la montaña tiene una singular belleza, especialmente con la presencia de las Navas (3 lagunas volcánicas), que definen un paisaje complejo y lleno de matices. El olivar forma parte esencial del paisaje en esta zona con sus cerca de 7.000 hectáreas cultivadas.

El Campo de Montiel  los montes de Alcaraz y la Alcarria.

El Campo de Montiel es un territorio situado al SE de la provincia de Ciudad Real con 47.516 hectáreas de olivar. En la zona hay muchos municipios con altos porcentajes de cultivo y 10 de ellos superan el 25% de su superficie. El campo de Montiel presenta un terreno ondulado y con gran presencia del monte bajo. En su límite meridional se encuentran los aledaños de Sierra Morena y en el oriental, la Sierra de Alcaraz. Por ello la orografía del terreno de algunos pueblos como Albaladejo o Villamanrique, es mucho más escarpada. El olivar, que se ha desarrollado de forma más intensa en las últimas décadas, conforma un paisaje singular. Los pequeños cerros redondeados se cubren de olivos que en su trazado geométrico se curvan en las ocupaciones de estas pequeñas elevaciones o de las zonas llanas de los espacios de mayores dimensiones. Los intensos colores rojizos de las tierras y sus formas onduladas conforman así un paisaje agrícola especial.

Los municipios con mayor población de la D.O. Alcaraz son Alcaraz, Bienservida y Villapalacios. Es una zona con angostos valles enmarcados por abruptas sierras y una vegetación y flora natural con endemismos. La complejidad geológica del territorio y los fenómenos geomorfológicos singulares la convierten en una comarca de importantes valores paisajísticos. La imagen de Alcaraz, con las torres del Tardón en el borde de la plaza dejan al fondo los terrenos rojizos, profundamente erosionados, donde crecen los olivos. Un conjunto de 17 municipios en los que el olivar representa apenas el 4,8% de su superficie, pero que dadas sus peculiaridades climáticas y geomorfológicas produce paisajes de singular belleza.

La Alcarria es un amplio territorio que se sitúa en la transición entre la cordillera Ibérica y el Sistema central al Este y al Norte, con los valles y depresiones de Madrid y La Mancha al sur. Abarca zonas del noroeste de Cuenca y del Suroeste de Guadalajara. La topografía del territorio tiene zonas elevadas horizontales, páramos, que destacan en el entorno que alternan con los valles que en la zona norte son estrechos y profundos y las zonas de transición entre ambos elementos. Un espacio de paisajes de gran belleza que en sus formas geológicas y poblaciones históricas tienen un atractivo singular que no ha sufrido los daños de la especulación urbanística que ha arrasado partes del territorio español.

El paisaje del trabajo.

El olivo se extiende en Castilla-La Mancha por una superficie que va creciendo paulatinamente y que define paisajes singulares en espacios geológicos y topográficos diferentes. Sobre todo, es el paisaje del trabajo de numerosas personas que lo cultivan, que trabajan en la recolección de la aceituna y en la posterior elaboración y distribución del aceite. Las 318.467 hectáreas de cultivo y las 242 almazaras existentes demandan una importante mano de obra que son parte esencial de la conformación del paisaje oleícola. La presencia de numerosos trabajadores asociados a la producción el aceite ha hecho de este sector uno de los generadores de mano de obra temporal importante, en economías con un gran peso de la agricultura como Castilla-La Mancha. Los actuales procesos de modernización de las técnicas de cultivo, producción y comercialización están incidiendo en esta realidad que es la que conforma el paisaje del olivar en Castilla-La Mancha.