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LA PLAZA DEL PILAR.

Los espacios urbanos de Ciudad Real en su eje Norte-Sur son espacios que conservan,básicamente, el vacío de su configuración. La plaza de España, la de la Constitución, la plaza Mayor y la del Pilar han mantenido a lo largo de los años el espacio interior borrando de forma singular el conjunto edificado que las conformaba. Espacios en algunos casos modificados y alterados pero mantenidos en su definición fundamental. Apenas algunos de los edificios originales mantienen la referencia de estos espacios urbanos. La Casa de la Caridad en la plaza de España, el edificio de la Diputación en la de la Constitución, un resto del ayuntamiento original, adornado con folclórico carillón, en la plaza Mayor o el Banco de España en la plaza del Pilar. Lo demás ha sido borrado y eliminado. Incluso la definición de sus interiores se ha cambiado de forma radical. La presencia de los aparcamientos modifica de manera sustancial los acabados y pavimentos de algunos de estos espacios de la ciudad.

Un espacio de poderes plurales.

La plaza del Pilar es un ámbito de especial significación en su conformación de finales del siglo XIX y principios del XX. El patrimonio histórico está asociado al poder y al control de este. El patrimonio religioso ha sido el poder de la iglesia que, a pesar de la participación de los fieles, se ha mantenido bajo el control de los dirigentes religiosos, el poder de la nobleza con sus castillos, palacios y casa nobles estaba reservado a su uso y disfrute. El patrimonio industrial que abre, por la necesidad de su funcionamiento, la participación e implicación de los trabajadores rompe de alguna manera este esquema de poder.

En la plaza del Pilar de Ciudad Real se dan una confluencia de poderes muy diversos. El Banco de España diseñado por Rebollar, poder económico, convive con el Casino de la Unión, poder social y colectivo. En la esquina de la calle Ciruela el poder religioso de los jesuitas abierto a la presencia social con sus actividades educativas y culturales. Y en las esquinas del conjunto, los palacetes del poder económico y social con las casas de los Barrenengoa y los Messía de la Cerda. Un espacio que concita así arquitecturas diversas y plurales en un diálogo con los espacios administrativos del poder local de la plaza Mayor y del poder provincial de la Diputación o el poder militar de la plaza de España.

El progreso ignorante y especulador arrasa los restos de este momento y destruye los pequeños fragmentos de la historia de este espacio urbano dejando apenas el resistente edificio del Banco de España o las aportaciones posteriores del Banco Español de Crédito.

Un espacio complejo.

La plaza del Pilar ocupa un ámbito de la ciudad que, en sus orígenes, presenta múltiples dificultades, geológicas, topográficas e incluso simbólicas. Es el límite geológico del suelo volcánico en su contacto con los terrenos sedimentarios calizos y margosos que conforman el subsuelo de la ciudad. Una zona en la que la pendiente de las diferentes calles provoca continuas y frecuentes inundaciones con motivo de lluvias algo más intensas de lo normal. Un espacio que tiene un nivel freático alto que hace que aparezca el agua creando graves dificultades en cimentaciones y construcciones y que tiene una significación simbólica importante con la referencia del lugar donde estaba el agua de la ciudad.

Por ello el libro sobre la plaza del Pilar realizado por Honorio Javier Álvarez García y Manuel Molina Cañadas, editado por Serendipia es una excelente aportación a la historia de la ciudad con una visión de un espacio que añade un conocimiento más complejo a la evolución de Ciudad Real con la creación de un nuevo centro con funciones plurales y diversas. Serendipia lleva realizando una labor de edición cualificada y de ayuda a escritores y autores locales que merecería, al igual que otras editoriales de la región, un apoyo real y efectivo desde las instituciones local, provincial y autonómica.El espacio de la plaza del Pilar comienza a configurarse en 1505 cuando el concejo mandó derribar unas casas de la zona para generar el espacio público.En 1857 el espacio se llena de árboles con 57 plantaciones. Don Domingo Clemente destacaba la presencia del Casino Popular en esta plaza, lugar de discusiones públicas, de actividades del ateneo y recreo de los vecinos. A finales del siglo XIX Dámaso Barrenengoa construyó su palacete y en el centro de la plaza se levantó la fuente dedicada a Hernán Pérez del Pulgar.

Los principios del siglo XX.

En las primeras décadas del siglo XX, la plaza del Pilar tiene un perímetro con edificios que aúnan el poder económico, el Banco de España proyectado por Rebollar en 1903, el Círculo de la Unión, la casa del inspector de servicios, el palacete de Barrenengoa, el palacete de los Messía y el edificio de la Compañía de Jesús. El libro analiza en profundidad el edificio del Banco de España, el de los jesuitas y el uso y actividad de los diferentes edificios del conjunto.

En 1922 la plaza se llamaría de Cervantes con la escultura de Felipe García Coronado que permanecerá allí hasta 1950. La renovación del entorno llegará de la mano de Mateo Gayá con la construcción del edificio del Banco Español de Crédito de 1931. Las memorias de Sinesio Naranjo que inició su trabajo en el bar Usero con 11 años dan una información esencial sobre la vida en la plaza del Pilar en los años de postguerra. La vida del bar que cambia su nombre por el de Bar España ofrece una imagen singular de la actividad económica y social de la ciudad. Años de escasez y penurias en los que Yarnoz visita ciudad Real para ver las obras necesarias en el Banco de España. Los jesuitas vuelven a Ciudad Real y en 1950 inauguran las Escuelas Profesionales del Hogar Obrero.

Los comienzos de una desaparición.

En octubre de 1961 se daba licencia para la demolición del palacete de los Barrenengoa para construir el Banco Vitalicio. La torre del Pilar símbolo de modernidad se inauguraba en 1969. En esta década se cambia la pavimentación interior de la plaza y se retira durante cinco años la escultura de Cervantes y en 1968 llegará la escultura de don Quijote realizada por García Donaire. En 1972 se demolerá el palacete de los Messía y en 1978 el Banco Popular presenta un proyecto realizado por Eduardo Pinilla y F. Moll en el solar de la casa de los Pinilla, probablemente uno de los proyectos residenciales más interesantes de la ciudad.

El libro analiza la evolución de los edificios que permanecen en pie, sus obras de reforma, sus cambios de propiedad y supera esa visión objetual que aparece en algunos análisis sobre Ciudad Real. Junto a ello, la información sobre la vida social de sus edificios, las residencias, sus comercios y la vida cotidiana. Y finalmente, la transformación de su tratamiento urbano hasta la época actual. Un estudio que se acerca a fuentes documentales diversas y que consigue un conocimiento rico y amplio. Una visión que enriquece el conocimiento de nuestra ciudad y abre caminos de acercamiento a la misma ricos en matices.