LA MANO QUE PIENSA Y TRABAJA

MANO COURBUSIER

El arquitecto Juhani Pallasmaa, finlandés, ha estudiado en diferentes ocasiones la importancia de los sentidos en nuestro conocimiento y en la forma de proyectar la arquitectura o escribir. Uno de sus últimos libros titulado La mano que piensa hace un recorrido sugerente por esta realidad.

La conciencia corporal.

La conciencia humana es una conciencia corporal. Estamos conectados con nuestro mundo a través de nuestros sentidos. El cuerpo humano es una entidad cognitiva. En la interacción humana se estima que el 80% de la comunicación tiene lugar fuera  del canal verbal y del conceptual.

Adquirir una habilidad no se basa fundamentalmente en la enseñanza verbal, sino más bien en la trasferencia directa de la destreza desde los músculos del maestro a los del aprendiz a través de un acto de percepción sensorial y de mímesis corporal. Las ideas arquitectónicas surgen de un modo biológico, a partir del conocimiento existencial no conceptualizado y vivido, en lugar de los meros análisis y del intelecto. Los problemas arquitectónicos son demasiado complejos como para ser tratados de un modo exclusivamente conceptualizado y racional. Alvaro Siza decía: “Los arquitectos no inventan nada, trasforman la realidad”.  La mano capta la cualidad física y la materialidad del pensamiento y la convierte en una imagen concreta. La capacidad de imaginar, de liberarse de los límites de la materia, del lugar y del tiempo debe considerarse como el más humano de nuestros atributos. Todos nuestros sentidos piensan y estructuran nuestra relación con el mundo.

También es evidente que un factor emocional y estético, al igual que una identificación corporal y personal, resulta crucial tanto en la creatividad científica como en la producción y experimentación del arte. Todas las formas artísticas constituyen modos específicos de pensamiento: representan modos de pensamiento sensorial y corporal característicos. La fusión entre el mundo y el yo, entre el objeto y el sujeto, tiene lugar en toda obra y en toda experiencia artística significativa. En este sentido, el arte de la arquitectura no solo proporciona un refugio para el cuerpo, sino que también define el contorno de nuestra conciencia y constituye una auténtica externalización de nuestra mente. La dimensión temporal esencial del arte apunta más hacia el pasado que hacia el futuro; el arte y la arquitectura significativos conservan raíces y tradiciones en lugar de desarraigar e inventar.

La mano misteriosa.

La mano es un instrumento de precisión prodigioso que parece tener su propio entendimiento, su voluntad y sus deseos. A menudo incluso parece ser tanto el origen como la expresión del placer y de la emoción. Los movimientos y los gestos de la mano son expresiones del carácter de la persona en la misma medida que lo son la cara y los rasgos corporales. Las manos también tienen sus características y rasgos únicos; tienen una personalidad propia, incluso revelan la ocupación y el oficio de alguien. Cada par de manos cuenta con huellas dactilares únicas que no cambian un ápice a partir del cuarto mes de gestación del individuo. Rilke decía: “Existe una historia de las manos, tienen realmente su propia cultura, su particular belleza, les otorgamos el derecho a tener una evolución propia, deseos, humores y amoríos propios”. Las obras de arte y de arquitectura extienden la mano del hombre tanto a través del espacio como a través del tiempo.

            Tocamos las cosas y captamos su esencia  antes de ser capaces de hablar sobre ellas. El hecho de que la mano sea la parte del cuerpo humano que aparece con más frecuencia como símbolo, refleja su importancia y su sutileza, así como su expresividad y sus múltiples significados. El contacto de la mano está regulado por códigos sociales y profesionales, las manos y los dedos tienen diferentes connotaciones según las culturas. La mano es un indicador de la personalidad: expresa la clase social, la riqueza, la lealtad, la ocupación y la asociación.

La mano que trabaja.

La herramienta es una extensión y una especialización de la mano que altera las posibilidades y capacidades naturales. Toda acción de la mano está enraizada en el pensamiento decía Heidegger. Las grandes herramientas están moldeadas por la mano y su acción: el cuchillo, el hacha, la sierra, el cepillo de carpintero… Las herramientas poseen una belleza especial e incuestionable. En su libro El artesano Richard Sennet narra una historia de la artesanía: Todo buen artesano mantiene un diálogo entre unas prácticas concretas y el pensamiento; este diálogo evoluciona hasta convertirse en hábitos, los que establecen a su vez un ritmo entre la solución y el descubrimiento de problemas. Todas las habilidades, incluso las más abstractas empiezan como prácticas corporales y además la comprensión técnica se desarrolla a través del poder de la imaginación. Y para ello el artesano colabora con el material con el que trabaja.

            Durante el proceso de proyecto, el arquitecto ocupa el edificio que representan las líneas del dibujo. Las imágenes con las que avanza el proyectista no son meras traducciones visuales sino que constituyen una realidad de imaginación multisensorial. Llegar a dominar personalmente un oficio ayuda al diseñador y al arquitecto a captar los matices de otros oficios y, sobre todo, a respetar la habilidad especial y la experiencia del artesano que ejecuta su proyecto.

Además, aprender íntimamente cualquier habilidad le enseña a uno a ser humilde. La arrogancia no concuerda con la verdadera destreza. Porque la arquitectura es fundamentalmente un oficio. Brunelleschi, relojero de formación, diseña sus edificios y los ingenios para construirlos. La conexión con el proceso de producción continúa siendo fundamental, con el fin de volver  a conectar su mundo y su pensamiento intelectualizados con la fuente de todo conocimiento verdadero: el mundo real de la materialidad, de la gravedad  y de la comprensión sensorial y corporal de estos fenómenos físicos.

La fusión entre el ojo, la mano y la mente.

Hay autores que diferencian entre el trabajo de riesgo y el trabajo de certeza. La primera actitud significa que en cualquier momento, por falta de atención, por inexperiencia o por accidente el trabajo se puede echar a perder. Un oficio se basa en una destreza aprendida. Hay investigadores que evalúan el tiempo necesario para adquirir una destreza difícil y especializada manual o práctica y lo sitúan en unas diez mil horas de práctica. También es verdad que el ejercicio y el pensamiento excesivo pueden aplastar el rendimiento. Como decía Brodsky la experiencia y su pericia asociada son los peores enemigos del creador. El aburrimiento y la repetición están emparentados aunque el aprendizaje de cualquier habilidad exige repetición.

La colaboración entre el ojo, la mano y la mente resultan cruciales. Y ello exige mantener una actitud fresca e inspirada, una de las cualidades más difíciles de mantener para cualquier creador que la debe mantener a lo largo del tiempo y de trabajos sucesivos.