R3 LA CASA RECTORAL DE INFANTES

LA CASA RECTORAL DE INFANTES.

El arquitecto americano Robert Venturi escribió el libro “Complejidad y contradicción en la arquitectura” en el año 1972. Un libro que subraya cómo las diferentes formas, estilos y escalas, constituyen uno de los valores de muchos edificios importantes de la arquitectura. Venturi no había estado en Infantes, pero yo le habría invitado a visitar la iglesia de san Andrés para confirmar sus teorías.

Me gusta la complejidad y la contradicción en arquitectura. Pero me desagrada la incoherencia y la arbitrariedad de la arquitectura incompetente y las complicaciones rebuscadas. En su lugar, hablo de una arquitectura compleja y contradictoria basada en la riqueza y ambigüedad de la experiencia moderna, incluyendo la experiencia que es intrínseca al arte decía Venturi en el inicio de su libro.

La arquitectura de los siglos XVII y XVIII continúa en alguna manera la obra de finales del siglo XVI en la que el clasicismo era elemento esencial. La construcción de la sacristía y la portada principal de la iglesia de San Andrés de Villanueva de los Infantes se atribuyó en algún momento a Juan de Herrera, aunque posteriormente se ha documentado la intervención de Francisco Cano. Francisco Cano era vecino de Infantes e influyó de manera decisiva en la arquitectura local y de todo el Campo de Montiel. Probablemente era pariente del escultor Miguel Cano, padre de Alonso Cano, oriundo de Almagro y nacido en Almodóvar del Campo. Un hombre con una formación culta que conocía los tratados de arquitectura del momento como el libro de Serlio.

La Casa rectoral.

De hecho, la Sacristía o Casa Rectoral contigua al ábside de la iglesia es uno de los edificios con una mayor influencia italiana de la obra de Francisco Cano y de todo el conjunto de Villanueva de los Infantes. Una obra con numerosas referencias a los tratados clásicos como el de Serlio y a la obra de Francisco de Mora. La planta inferior tiene tres huecos como una logia abierta, que serán cegados posteriormente dejando una puerta en el cuerpo central. En el segundo cuerpo hay un balcón corrido con tres puertas clásicas que se rematan superiormente con frontones triangulares. Era el espacio desde el que el poder religioso asistía a las celebraciones religiosas y festivas de la plaza. El tercer cuerpo está proyectado como una logia con cinco arcos de medio punto sobre columnas. El conjunto se remata superiormente con un frontón triangular con un óculo central y la cruz de Santiago y dos grupos de dos bolas en ambos extremos.

En la esquina del edificio se sitúa el escudo de la ciudad dando la vuelta a la otra fachada que repite el esquema de las tres plantas con mayor sencillez. Se conforma así un volumen de piedra arenisca que armoniza, con ligeras diferencias de coloración, con el conjunto de la iglesia y que establece un acento singular en el conjunto y en su presencia urbana asomándose a la plaza principal de la ciudad. La planta cuadrada de esta zona del edificio de unos 10×10 metros con una altura de otros 10 metros hasta la línea donde arranca el frontón triangular del frente la hacen aparecer como elemento sencillo dentro del conjunto de la iglesia. Una planta que tiene un ligero giro respecto de la dirección del cuerpo principal de la iglesia queriendo establecer un contrapunto y diferenciarse de lo ya existente. Un elemento que, en su escala, enriquece la imagen general del templo en la fachada que conforma la plaza mayor de la ciudad. Complejidad y contradicción.

La portada de la iglesia.

La portada de la iglesia la inició Francisco Cano en 1611 cobrando por las trazas 210 reales y estipulando un sueldo anual de 20.000 maravedís al año. Francisco Cano murió en 1614 con la obra inacabada, lo que obligó a continuar la obra por el maestro cantero, también vecino de Villanueva de los Infantes, Juan Ruiz Hurtado, quien finalizó la obra en 1617. La fachada de la iglesia y la casa rectoral conforman uno de los laterales de la plaza mayor como espacio barroco de la ciudad.

La portada sigue las pautas de la arquitectura herreriana, basada en dibujos de Serlio, con influencias también de Vignola. Está construida en piedra como parte noble que es, se compone de un enorme arco cimbra de medio punto adelantado con respecto al muro con el intradós decorado por placas geométricas resaltadas y enmarcado por pilastras jónicas gigantes sobre un enorme plinto. Los fustes están decorados con el emblema heráldico de la ciudad y el entablamento tiene un friso curvo como se especifica en los tratados de arquitectura de Serlio y Palladio. Superiormente está coronado por una balaustrada de piedra con una pirámide con bola en cada extremo.  Debajo del arco cimbra está la puerta de acceso al templo y encima de este elemento hay una escultura de San Andrés realizada por Francisco Cano. Dos placas de mármol negro tienen la inscripción que fechan la actuación en 1612.

La capilla barroca.

Años después se lleva a cabo una remodelación en la iglesia. Se construyen dos capillas laterales a modo de crucero en 1668 de acuerdo con lo que especifican las cartelas que decoran el exterior de las ventanas, una de ellas con tímpano triangular y la otra circular, ambas con decoración vegetal. Las capillas son de planta cuadrada y en su alzado tienen pilastras con decoración de ménsulas y guirnaldas que proliferan en el entablamento con grandes hojas que empleó Herrera Barnuevo y fueron difundidas por Francisco Hurtado Izquierdo. La cúpula tiene una decoración que divide la forma en ocho partes con un motivo ornamental en cada una de ellas que se completa con formas que llenan el espacio triangular. Los colores grises y rojos de algunos elementos puntuales junto al ocre dorado de las formas del círculo y pechinas confieren un ambiente especial a estos espacios.

La capilla de la derecha se asoma a la fachada principal y establece un diálogo con la casa rectoral y acaban definiendo la imagen de la iglesia. Un cuerpo de 10 metros de lado que llega a los quince metros de altura y se remata con una cubierta inclinada a cuatro aguas llegando a los veinte metros en el arranque del remate superior de la cubierta. Un cuerpo cerrado con dos ventanas a diferente altura que contrasta con la imagen doméstica de la casa rectoral. Un volumen que sobresale sobre el cuerpo de la casa rectoral por sus dimensiones y por su composición cerrada con apenas huecos en el conjunto que se remata con cubierta a cuatro aguas poco pronunciada.

La arquitectura de la complejidad.

Una arquitectura de complejidad y adaptación no abandona el conjunto. Me refiero al compromiso especial que tenemos con el conjunto porque el mismo es difícil de conseguir. Me refiero a la difícil unidad conseguida con la inclusión en lugar de la fácil unidad conseguida con la exclusión. El difícil conjunto en una arquitectura de complejidad y de contradicción incluye una gran cantidad y variedad de elementos cuyas relaciones son irregulares o se perciben muy débilmente decía Venturi.

En Infantes las relaciones complejas de la iglesia de san Andrés con la casa rectoral, la portada de la iglesia y el cuerpo de la capilla barroca enriquecen el edificio con la inflexión que distingue el fragmento, que individualiza cada uno de sus elementos, pero acaba configurando un conjunto rico que define una de las arquitecturas más atractivas de nuestra provincia.