IH 13 VALDEPEÑAS Y EL VINO

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VALDEPEÑAS Y EL VINO.

            Valdepeñas y el vino han estado, están y estarán unidos a lo largo de los siglos. Valdepeñas es una de las ciudades de Castilla-La Mancha que puede presumir de su historia relacionada con la cultura y la producción del vino.

La historia del vino y Valdepeñas.

Hay datos para situar la cuna del vino en Valdepeñas, la ciudad romana de Acinippo (acinus, grano de uva). En las excavaciones del Cerro de las Cabezas han aparecido restos de ánforas, cuencos y toneles de barro que corresponden a época prerromana. Los testimonios de las villas romanas –Castulo y Lupuaria- de  la lápida funeraria con el nombre de Lucio Acinippo,  con escudo orlado y racimos florecidos con pámpanos, son referencias de la presencia del vino en esa época. Cuando la capital del reino se traslada a Madrid, los vinos de Valdepeñas se convirtieron en los favoritos de la Corte de Felipe II con una gran exportación a toda la corte. Y por ello, Carlos III fija unas alcabalas especiales sobre su consumo para recaudar fondos destinados a levantar las puertas de Madrid, tanto la de Alcalá como la de Toledo.

En la segunda mitad del siglo XIX Luis Palacios crea su bodega en Valdepeñas que llega a enviar a Madrid diariamente 25 vagones cargados con 100 pellejos de vino cada uno de ellos. Esto es posible porque desde 1861 Valdepeñas dispone de ferrocarril. El convoy cargado de cubas fue bautizado como tren del Vino. Durante la primera etapa de la restauración, la vid llega a suponer en Valdepeñas el 56,6 % de la superficie cultivada (unas 20.417 hectáreas en 1912). En lo que hoy es el paseo de la Estación de Valdepeñas nació un núcleo urbano de arquitectura burguesa. A las espaldas de este Serrano de Valdepeñas, como se le llamaría entonces, se levantaban las bodegas cercanas a la estación de ferrocarril.

Valdepeñas ha consolidado en el interior de su población un conjunto de bodegas de especial interés por su producción y también por su arquitectura, testimonio de la construcción de bodegas del siglo XIX y XX. Estructuras singulares de madera, cuevas de gran interés, con diferentes tipologías, sistemas de producción y almacenamiento singulares. Y junto a ello una estructura urbana en la que la presencia de las bodegas, en su
interior, era un elemento de su configuración con sus grandes superficies cerradas, muros con apenas huecos y colores y texturas en sus superficies de gran calidad formal.

Una historia conservada.

Esta historia permanece viva y reconocible en la ciudad en diferentes lugares. El principal elemento de esta conservación son las bodegas que permanecen activas y conservan este rico patrimonio con nuevos usos en ocasiones asociados a la producción de sus bodegas o con los mismos usos tradicionales. Cuevas como las de Cabovasa, las de las bodegas Sancti Petri (antiguas Bilbaínas) o las de Arúspide por citar sólo tres ejemplos son muestras de un patrimonio que ya pertenece a la historia de nuestra arquitectura industrial. Estructuras de madera mantenidas y rehabilitadas como las de las bodegas de Vicente Navarro, la de las Bodegas Bilbaínas o la de Miguel Calatayud.

            Para mantener esta arquitectura y todos los elementos que la integran, tinajas, maquinaria, herramientas y demás se ha hecho un esfuerzo importante a lo largo de los años. El Museo de las antiguas Bodegas Peinado con su nave de tinajas perfectamente conservada y la maquinaria que exhibe en su patio es una parte importante de este patrimonio. La rehabilitación de la antigua bodega de Leocadio Morales para convertirla en Museo del Vino es una excelente actuación para mantener en pie una estructura bodeguera e incorporar los elementos didácticos necesarios para que todos comprendamos la evolución histórica de los viñedos, de las formas de elaboración y de la cultura que acompaña al mundo del vino. Una rehabilitación que incorporó elementos de nueva arquitectura que conviven con la estructura de la antigua bodega, sus equipos, la producción de sus vinos y las imágenes de Gordon sobre el trabajo, a mediados del siglo pasado.

En estos procesos de recuperación del patrimonio industrial hay que ir seleccionando aquellos elementos singulares más representativos y que acumulan valores singulares. Uno de ellos es la antigua bodega de Los Llanos. Miguel Caravantes Maroto fundó las bodegas en Valdepeñas (Ciudad Real). Su padre fue Andrés Caravantes (alcalde en 1835, que ejerció sucesivamente los cargos de diputado provincial y a Cortes en 1835). La bodega tenía unas antiguas cuevas excavadas a finales del Siglo XVIII. Sobre la centenaria bodega Caravantes se constituye Bodegas Los Llanos, restaurando y adaptando las instalaciones a las nuevas tecnologías.

La Bodega Caravantes, situada en la calle Castellanos tenía unas espléndidas instalaciones con 42 tinajas de barro y un entramado singular subterráneo integrado por numerosas cuevas situadas en las inmediaciones de las calles San Marcos y Castellanos. En la construcción intervino Eugenio Vélez Fernández, albañil apodado “pandoble” bisabuelo de Francisco Fernández que cuenta como la cueva se construyó con barreno, pico y pala. Esta cueva fue utilizada por el grupo Señorío de los Llanos hasta que se trasladó junto a la autovía de Andalucía. Las antiguas dependencias, adquiridas por el ayuntamiento de Valdepeñas se han rehabilitado para permitir su uso para fines culturales y turísticos manteniendo la conservación de uno de los espacios subterráneos bodegueros más importantes de la ciudad. Este año 2013 nueve bodegas de la localidad han organizado el túnel del vino en sus instalaciones presentando sus productos y dando a conocer estas instalaciones.

El futuro del vino.

Pero Valdepeñas sabe que, junto al mantenimiento de la historia, el vino debe ser un proyecto de futuro y por ello apuesta por la calidad de sus productos. La instalación de grandes bodegas con producciones a una escala industrial como las de Felix Solis o Vicente Navarro Lopez, en la autovía de Andalucía, son modelos de una producción con tecnologías de última generación en la elaboración y en la logística de la distribución. Pero sobre todo un avance espectacular en los últimos años en la calidad de los vinos que se elaboran. Nuevas bodegas que se han incorporado en estos años con productos especialmente seleccionados y una renovación intensa en las bodegas históricas que han apostado por la calidad de esta denominación de origen. Una denominación que comprende once localidades de la provincia de Ciudad Real que es, en superficie, la segunda denominación de la región, después de la Mancha, con 29.200 hectáreas amparadas por el Consejo Regulador, de las cuales el 50 % están en la localidad de Valdepeñas. Un proyecto de futuro entendido por sus bodegueros que cuenta con el apoyo incondicional del Ayuntamiento de Valdepeñas consciente de la importancia del sector para toda la comarca.

DIEGO PERIS SÁNCHEZ