IH 17 LA CIUDAD DE LA INDUSTRIA

317 INDUSTRIA PINTURA GRANDE

LA CIUDAD DE LA INDUSTRIA.

            A lo largo del siglo XIX los temas industriales van apareciendo en la pintura y las instalaciones fabriles van, poco a poco, estando presentes en las obras pictóricas. Son especialmente los pintores de las grandes zonas industriales los que tienen la sensibilidad de recoger en sus cuadros esta nueva realidad que va cambiando la sociedad, sus modos de vida y su economía. Los sistemas de trasporte, las grandes infraestructuras portuarias y las instalaciones para la producción de tejidos y nuevos materiales con sus grandes construcciones y sus chimeneas humeantes ofrecen la nueva imagen de la trasformación urbana y del progreso que se asume de forma acelerada en diferentes  lugares.

La ciudad de las chimeneas.

A principios del siglo XX numerosas imágenes de ciudades recogen la presencia de los edificios industriales. Probablemente el icono preferido en estas referencias sea la chimenea como elemento que se asocia a estos procesos. El cuadro de Picasso, de 1904, de la Fábrica de cemento en Horta es el resultado de una breve estancia del pintor en esta ciudad,  pero salvo el tema del paisaje cercano con sus palmeras, sus viviendas fragmentadas o la chimenea como un volumen más del conjunto la industria no es el tema de atracción de Picasso. Luis Charlot pintaba las Fábricas Schnider de Le Creusot en 1915 una imagen en la que la fábrica es la protagonista con sus numerosas chimeneas humeantes y en la que la ciudad queda como una referencia de segundo plano apenas visible en un lateral del cuadro.

            Los cuadros de Mario Sironi, el ingeniero que se dedicó a la pintura, tienen una primera etapa de intensa dedicación a los paisajes urbanos industriales.  Relacionado con el futurismo aborda los temas industriales como los proyectos del futuro en cuadros como El camión o la Composición con hélice. Pero sus obras más atractivas están cerca de un expresionismo, en parte influido por la tradición italiana, en el que los ambientes urbanos tienen una cierta evocación ambiental con la presencia de las  fábricas y barrios industriales cruzados por trenes, camiones y tranvías. Sus paisajes urbanos con los bloques de viviendas neutros, de huecos regulares cobran su significado con la presencia de las fábricas con sus chimeneas humeantes presentes en numerosos temas hasta mediados de la década de los cuarenta. La geometría neutra y repetitiva de lo residencial tiene su sentido con la presencia de lo industrial que da sentido al lugar y lo cualifica con su presencia.

Oscar Bluemner pinta la ciudad, como hace en casi todos sus cuadros, con colores intensos. Los muros de la nueva Inglaterra son rojos tanto en las viviendas como en la chimenea que define el paisaje urbano en su zona central. Laurence Stephen Lowry, nacido en Stretford, Lancashire, pintó especialmente los distritos industriales del Noroeste de Inglaterra en la mitad del siglo XX. Sus cuadros están ambientados con personas de figura estilizada, conocidas como los hombres de palo. Ciudades en las que la presencia de los referentes industriales es esencial y en las que la figura humana hace que cobren un nuevo sentido. Una mezcla no habitual en los cuadros de paisajes industriales en los que el vacio de la presencia del hombre acentua ese carácter especial de estos paisajes

Acercamientos diversos que evidencian la presencia de lo industrial en la realidad urbana. Ciudades en las que las chimeneas de sus fábricas, las imágenes de los espacios de trabajo, son parte importante de la nueva ciudad que se está conformando. Y por ello la pintura recoge su imagen de diferentes maneras. En ocasiones con esa aproximación  metafísica de una geometría ideal, otras en las imágenes difusas con la

bruma y el humo de las chimeneas como elemento fundamental del nuevo ambiente urbano, otras con el realismo de la potencia de los nuevos elementos y en otras ocasiones con una aproximación más ingenua y crítica. La industria es parte esencial del paisaje urbano y por ello la representación de la ciudad en este momento es, en gran medida, la representación de la ciudad industrial. Una ciudad que ha perdido sus caracteres románticos asociados al medio natural y que ahora se une a la realidad de las fábricas, a los procesos de producción y a las nuevas construcciones que acogen a los numerosos trabajadores que abandonan el campo para trabajar en las nuevas fábricas y conformar los nuevos paisajes urbanos.

La máquina y el trabajo. La visión del futuro.

Y junto a esta representación del paisaje, una aproximación a la realidad industrial como motivo de inspiración por diferentes motivos y con diferentes finalidades para muchos artistas del siglo XX.

Leger, Picabia, Duchamp y otros muchos utilizan los elementos de la máquina como partes de su obra. Son fragmentos que pueden ser redibujados y que generan composiciones en las que la nueva edad de la industria se hace así presente. Probablemente sea Leger el que lleve esta actividad a su mayor desarrollo. El mecánico de 1920 retrata al hombre que trabaja en las máquinas. Una figura de un marinero musculoso con el fondo de tuberías y elementos mecánicos que recorren el espacio posterior. Desde sus primeras obras, su cubismo se desarrolla en torno a la iconografía de la máquina, tema sobre el que realiza una gran cantidad de obras, aunque, a diferencia de los futuristas, no es un adorador de la máquina, sino que quiere buscar la armonía de sus formas geométricas y mecánicas con formas orgánicas más humanas. La ciudad, que pintó en 1919, es una obra clave en las investigaciones de Léger sobre la relación de la realidad con la superficie pintada y una representación abstracta de la ciudad como conjunto de elementos geométricos, mecánicos.

En la pintura soviética la presencia del trabajo como valor social de primera importancia y de la producción como logro del proceso colectivo se hace presente en numerosos artistas. Obras que, en su visión futurista, quieren presentar el progreso unido a la máquina y a los procesos de fabricación industrial. Perspectivas de industrias imaginarias o de grandes producciones en las que la tecnología conocida se mezcla con las ideas de ciudades del futuro o de grandes estructuras de producción. Y en muchos casos, en esa exaltación del trabajo y de la mano de obra como realidad colectiva que lleva al progreso, la presencia de espacios interiores con las y los trabajadores en diferentes sistemas productivos. La obra de Deineka puede ser un buen modelo de numerosos artistas que desde esta visión se aproximan a la máquina y al trabajo de la industria en una nueva imagen ordenada, tecnológica y de propaganda de los diferentes regímenes políticos.

Desde diversas perspectivas unidas a experiencias particulares en cada país, a las nuevas concepciones de la pintura y de su forma de expresión van surgiendo un conjunto de obras que hablan de la trasformación que la producción industrial está llevando a cabo en las ciudades y sobre todo en la forma de vida de la nueva sociedad.

DIEGO PERIS SÁNCHEZ