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PLANES.

Hablamos desde diferentes perspectivas de planes directores, planes estratégicos, planes urbanísticos y estrategias. El lenguaje empresarial llega a las estructuras administrativas que utilizan de forma difusa estas denominaciones.

Plan estratégico.

El Plan estratégico es un documento que define las estrategias a desarrollar en un periodo de tiempo próximo, normalmente los cinco próximos años en el ámbito empresarial, que en términos administrativos y, dados los períodos electorales, se convierten en una o dos legislaturas (4 u 8 años).  En diferentes contextos, como el urbanístico se habla de Planes Directores entendiendo para estos aquellos que establecen unas condiciones generales que deberán plasmarse de forma más concreta en el Plan Estratégico. Este plan debe definir los caminos a seguir y las directrices de forma más concreta que en el Plan Director. El Plan Estratégico debe definir elementos más concretos, tratar de cuantificarlos y establecer su desarrollo en el tiempo.

En el ámbito municipal, el Plan Estratégico es un documento que debe definir aquellos condicionantes básicos que inciden en el desarrollo municipal y definir cuáles son las líneas de desarrollo que se quieren proponer para el futuro de la ciudad. Los Planes estratégicos definen las políticas generales del municipio para su futuro. Y es bueno que se expliciten y concreten para establecer los caminos de futuro, para señalar las ideas básicas de desarrollo de la ciudad y para establecer objetivos futuros. Pero deben tratarse de documentos sencillos, acordados y con la suficiente concreción dentro del ámbito general que tienen estos documentos. Hay demasiados Planes Estratégicos compuestos por una serie de vaguedades que se repiten en todos ellos con enunciados ambiguos que podrían referirse a cualquier ciudad o empresa. El elaborado en su momento para Ciudad Real resultó tener grandes partes de su redacción copiadas de otra ciudad española.

Son documentos que suponen una clarificación de objetivos, que establecen caminos a seguir en la gestión municipal y que parten de un conocimiento de la realidad existente que orienta las decisiones futuras. Por esas razones son documentos necesarios y convenientes. Pero documentos que deben elaborarse en plazos ajustados, con la participación de todos los sectores implicados y con propuestas concisas y concretas dentro de su generalidad. Sabiendo, por otra parte, que se trata de documentos que no tienen un reflejo jurídico en nuestra normativa legal y que son más declaraciones de intencionalidad política que compromisos o establecimiento de marcos legales normativos.

Planes Urbanísticos.

La plasmación física de las estrategias de ciudad se concreta en los planes de ordenación municipal. En Ciudad Real los Planes Urbanísticos últimos se aprobaron en 1988 y en 1997. Este último sigue aún vigente después de veinte años de servir de marco urbanístico al desarrollo de la ciudad, de trasformaciones desafortunadas en tiempos de máxima especulación y de intentos de elaborar uno nuevo que quedaron en nada, afortunadamente. El marco general de desarrollo de la ciudad que concreta el Plan de Ordenación Municipal define los usos de la ciudad, establece lugares donde se puede plantear ese desarrollo para sus diferentes usos y concreta las condiciones de actuación en cada parte de la ciudad.

Es un documento que tiene validez legal importante, es el marco que establece los derechos edificatorios que se conceden a cada uno en un lugar de la ciudad y las condiciones de su ejercicio. En estos tiempos en que vivimos los resultados de actuaciones ilegales es bueno recordar que son los Planes Urbanísticos los que definen los derechos de cada uno a edificar. Sólo si han sido recogidos en el correspondiente planeamiento, se puede desarrollar el correspondiente proyecto de edificación y obtener la autorización municipal que confirma que lo que se quiere hacer corresponde a lo previsto en el Plan de Ordenación Municipal. Los problemas surgen cuando se usa el suelo para usos diferentes de los autorizados, o se quiere construir en zonas en las que el Plan ha establecido protecciones medioambientales o se realizan edificaciones que vulneran claramente las condiciones establecidas en el planeamiento. Porque el Plan es la plasmación de la voluntad colectiva para la ciudad y por ello, consolidado como ley, debemos exigir colectivamente su cumplimiento.

En la actualidad, tras veinte años de vigencia del anterior Plan General de Ordenación Urbana, el nuevo planeamiento se hace necesario. Son tiempos en que se ha superado ese desarrollo especulativo de las últimas décadas. Y por ello puede ser un buen momento de reflexión, de mirada al futuro de forma austera y sostenible, de entendimiento de un desarrollo cualificado por encima de los proyectos de desarrollo absurdo que han deteriorado gravemente la ciudad y creado problemas que costará años recomponer. Desde el punto de vista de desarrollo legal y normativo es también tiempo de repensar, desde la administración autonómica, las condiciones de desarrollo documental y legal de estos documentos para agilizar su tramitación y mejorar sus contenidos.

Proyectos y planes.

En las últimas décadas, en el marco de la gestión municipal, se ha cuestionado, en ocasiones, la eficacia de los Planes urbanísticos contraponiendo a estos instrumentos los Proyectos de actuación en áreas urbanas o incluso los proyectos arquitectónicos que se desarrollaban en determinados lugares de la ciudad. Superada esa dualidad hay una clara y posible incidencia de ambos mecanismos en la necesaria mejora y desarrollo de la ciudad, especialmente desde la actuación pública. Junto a la necesaria planificación general es necesaria la concreción de proyectos que, encuadrados en ese marco de política global, definida en el Plan Estratégico, desarrollen las previsiones públicas del Plan de Ordenación Municipal.

Son proyectos que concretan, desde lo público, las ideas del Plan de Ordenación Municipal, definen equipamientos, establecen líneas que tratan de impulsar las iniciativas privadas y, sobre todo, atienden a las necesidades de los ciudadanos en diferentes ámbitos. Frente los procesos especulativos de las últimas décadas, hemos puesto el acento en las políticas sociales, en las necesidades de las personas atendiendo los requerimientos de los colectivos más vulnerables. Lo cual es más que razonable, especialmente cuando se ha asociado, por desgracia, muchos de los procesos urbanísticos y de construcción con procesos de corrupción.

Pero, con la necesaria planificación austera y con los controles estrictos administrativos, es necesario el desarrollo físico de la ciudad en sus estructuras, en sus equipamientos y en sus dotaciones avanzando en mayores equipamientos, pero especialmente en mejores servicios, en una ciudad más equilibrada, más sostenible y con dotaciones accesibles para todos en las diferentes zonas de la ciudad.

DIEGO PERIS SÁNCHEZ