CR 7 TIEMPO PASADO

 

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TIEMPO PASADO.

            El tiempo va trascurriendo en nuestras vidas y con los acontecimientos externos y propios va dejando su huella en cada uno de nosotros. Sobre el tiempo han reflexionado los filósofos y pensadores. El lenguaje distingue entre el tiempo como puro paso de los momentos y el paso de los hechos relevantes para cada uno de nosotros. Y así los griegos distinguían entre el cronos y el kairos, el tiempo del puro devenir y el tiempo de la gracia, el tiempo de los momentos significativos de cada persona. En esa narración colectiva también distinguen los filósofos y teólogos entre la pura historia, narración de hechos y la historia como narración de hechos y acontecimientos relevantes o significativos para cada persona o comunidad. Y en este devenir de los tiempos, los paisajes y los edificios tienen un papel relevante. Tienen además de su función práctica, de utilización, la misión de recordarnos, de servirnos de referencia del tiempo pasado. Los edificios, las ciudades, nos recuerdan el tiempo pasado, se asocian a nuestras experiencias personales y colectivas y permanecen como testigos de esos acontecimientos.

Tiempo desaparecido.

            Por eso los calendarios que nos ayudan a recorrer el tiempo de cada año recurren a las imágenes de nuestro pasado para recordar y hacer referencia a esos tiempos anteriores. El almanaque de la Cadena Ser para este año 2014 recoge 14 imágenes de postales de Ciudad Real facilitadas por el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha. Imágenes que nos ayudan a recordar y que nos dan también una idea de cómo hemos evolucionado en la ciudad y en sus edificios.

            Las ciudades se van construyendo con el tiempo levantando sobre lo construido en épocas anteriores. La evolución normal va destruyendo elementos de épocas pasadas y construyendo sobre ellos las nuevas edificaciones. Por el deterioro del tiempo, por la falta de aprecio de lo realizado anteriormente, por el orgullo de creer que nuestro tiempo es el mejor se van modificando trazados, destruyendo edificios construidos en otras épocas y así, poco a poco, la ciudad se va renovando y rehaciendo sobre lo anterior. Es un proceso normal que se ha realizado históricamente en todas las culturas y que supone la evolución de las nuevas necesidades, la implantación de nuevos conocimientos o la llegada de nuevas sensibilidades culturales. Hay un proceso de desarrollo cultural y social que va demandando esta destrucción de lo anterior. Cada cultura ha levantado sus edificios y diseñado de nuevo la ciudad de acuerdo con sus referentes culturales, sus conocimientos técnicos y las necesidades de las nuevas funciones y los aumentos de población.

Deberán pasar siglos para que llegue a la conciencia social el aprecio por lo construido en épocas anteriores. Un aprecio que debe también irse perfilando culturalmente en la estima de los elementos singulares, de aquellos que poseen valores realmente importantes para conservar y mantener. Tampoco podemos caer en la nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor y de que todo lo que tiene una cierta antigüedad debe mantenerse sin más. Hay un necesario proceso de renovación que demanda la nueva cultura como se ha desarrollado en siglos anteriores, Si no fuera así nos hubiéramos quedado en la prehistoria de manera permanente. Una de las imágenes seleccionada en el calendario del 2014 es la del Observatorio Meteorológico existente en la Granja Agrícola que con las nuevas técnicas se renueva y cambia de lugar, al igual que ocurre con sus instalaciones agropecuarias cuyo espacio resulta hoy totalmente irreconocible.

Cambios urbanos.

En ocasiones, estos cambios de las construcciones están relacionados íntimamente con los cambios de la propia ciudad. Las imágenes del Seminario desaparecido para trasladarse a una nueva ubicación con otras dimensiones y dotaciones dejan lugar a nuevas construcciones residenciales de este viario que llegaba a la puerta de Alarcos delante de la cual se situaba el Colegio Ferroviario. Imágenes de la sociedad de otro tiempo con el Hospicio a cuyas ventanas se asoman los numerosos ocupantes del mismo.

Y junto a ello los cambios de la destrucción. Las dos imágenes de la plaza del Pilar son los de una modernidad mal entendida y que arrasa el pasado. La esquina del Banco Central se asomaba a la Plaza de Cervantes (hoy Plaza del Pilar) y a la calle Nueva en su otro lateral conformando así un espacio singular de la ciudad con su torreón de remate superior. Al fondo la casa que en el plano de Sofi se identifica como del Inspector de Sanidad Sr. Fernández. Dos edificios que desaparecen en aras de la construcción dentro de rondas que permite para potenciar esta actividad alturas innecesarias e inconvenientes para la ciudad. Y así surge la torre del Pilar en sustitución de esas casa de dos plantas o la que sustituye al Banco Central con ocho alturas.

En la otra esquina delante de la cual se ubicaba la Fuente del Pilar, un conjunto de casas bajas que iniciaban la calle Alarcos en cuyo final se vuelve a ver el Seminario. Nuevas construcciones han sustituido totalmente los edificios existentes en este tramo en uno de cuyos márgenes estaba el antiguo Ateneo, Teatro Cervantes. Trasformaciones de renovación que se mezclan con las demoliciones de los referentes singulares que podían existir en esta zona. Porque la plaza del Pilar ve desaparecer esta casa del Banco Central, y en su otro extremo la Casa de Mesía, la iglesia de los Jesuitas, el Banco Español de Crédito que ocupaba la esquina de las calles Montesa y Alfonso X el Sabio para trasladarse al lugar que ocupaba el Café de la Unión. Grandes espacios vacios en este interior de la ciudad como el que ocupaba la antigua Fábrica de Gas o los huertos de Ayala y del marqués de Treviño o el molino de este mismo propietario en la esquina de Juan II.

Referentes que permanecen.

Junto a estos cambios que modifican totalmente la ciudad, hay lugares en los que la presencia de los monumentos (monumento significa recuerdo) nos ofrecen referencias del lugar en el que nos encontramos. La imagen de la calle Azucena con sus dos plantas a ambos lados deja paso a un viario estrecho con cuatro alturas que parece ahora más estrecho que en la imagen antigua. Y al fondo, la imagen de la torre de la catedral continuamente rodeada de sus andamios en ese proceso de restauración y consolidación que no termina nunca. Una torre que sobresale del conjunto de edificaciones del entorno y que aparece como referencia en la ciudad en su visión alejada y en el recorrido por los viarios del entorno próximo.

Imágenes que nos hablan de un pasado en el que no hemos sido capaces de valorar los elementos singulares que podrían y deberían haber permanecido como testigos de nuestra historia. Un conjunto de imágenes que nos hablan también de la renovación constructiva y urbana que toda sociedad quiere y puede emprender. Una reflexión sobre nuestra historia y sus referentes construidos que es buena en este final de año 2013, año de retrocesos económicos y sociales.