CASTILLA-LA MANCHA
CASTILLA-LA MANCHA.
Desde Molina de Aragón a Nerpio hay 450 Kilómetros que atraviesan de Norte a Sur un territorio conocido como Castilla-La Mancha. Nerpio está en una encrucijada entre los territorios murcianos, andaluces y castellano manchegos con un patrimonio de abrigos rupestres y pinturas de primera importancia. Molina de Aragón, en el valle del río Gallo, en la provincia de Guadalajara con uno de los climas más extremos de toda la península. De Este a Oeste el recorrido nos lleva desde los límites con Extremadura a la zona de la comunidad valenciana. Cerca de 80.000 Kilómetros cuadrados conforman esta comunidad autónoma con algo más de dos millones de habitantes de los cuales más del 10% proceden de otros países.
Territorios de geografías y paisajes diferenciados desde las sierras de Ayllon y Alto Rey en el norte de Guadalajara, la sierra de San Vicente en Toledo y las de Alcaraz y Segura en Albacete y las estribaciones de Sierra Morena que tienen parte de su superficie en la provincia de Ciudad Real. Terrenos de llanuras, zonas de mesetas, elevaciones y zonas montañosas, paisajes de gran diversidad y variedad. Una población repartida de forma irregular en el territorio con poblaciones más importantes en las capitales de provincia y zonas del territorio con niveles subdesérticos de población en áreas de Guadalajara y Cuenca. Un territorio plural que ha costado identificar como unidad y como proyecto común desde la constitución del gobierno autonómico con la promulgación de la Ley orgánica de agosto de 1982.
Una historia con momentos singulares.
Cuando se presenta la historia de un territorio como valor del mismo nosotros podemos enseñar la historia de un territorio repleto de presencias plurales en el tiempo y en las formas. Los yacimientos ibéricos, las importantes obras realizadas por los romanos en este territorio, la capitalidad del reino en época visigoda, la presencia de la civilización musulmana, la reconquista y la creación de ciudades, monumentos y estructuras de comunicación a lo largo de los siglos han conformado un espacio repleto de referencias al tiempo. Un patrimonio histórico que ha consolidado ciudades históricas de primera importancia. Ciudades declaradas patrimonio de la humanidad como Toledo, Cuenca o Almadén, cientos de edificio declarados Bien de Interés Cultural, yacimientos arqueológicos testimonios de la cultura material de otros momentos. Todo ello conforma un referente de la pertenencia a una comunidad capaz de desarrollar esa cultura y de construir lugares de convivencia, de celebraciones y de actividades de la sociedad.
La constitución de la autonomía de Castilla-La Mancha.
En 1977, un grupo de diputados de las cinco provincias se reúnen en Cuenca para reivindicar el reconocimiento efectivo de la Región. En enero de 1978, tiene lugar en el Palacio de Fuensalida de Toledo, la reunión de parlamentarios de los principales grupos políticos del momento, para constituir la Asamblea de Parlamentarios, En Almagro, en la iglesia de San Agustín se constituye el Ente Preautonómico que nombra a Antonio Fernández-Galiano (UCD) como primer presidente de la preautonomía. Momentos de dudas incluso de la propia constitución de la comunidad. Madrid debe estar dentro de la comunidad? La propuesta tiene la oposición de muchos partidos en diferentes provincias. La integración de Guadalajara tendrá también sus problemas por parte de diferentes representantes políticos. Después de dudas y debates se producirá la integración de las cinco provincias y a finales de 1981 se aprobó, en Alarcón, el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha que las Cortes aprobaban en agosto de 1982. En febrero del año siguiente Gonzalo Payo Subiza será nombrado Presidente del ente preautonómico. Curiosas referencias a los espacios físicos del proceso: palacio de Fuensalida en Toledo, iglesia de San Agustín en Almagro y la iglesia Santa María de Alarcón.
Los comienzos de una andadura.
Desde la creación de la comunidad autónoma hasta ahora han pasado más de treinta años. Años de muchos elementos positivos para esta comunidad. En lo económico crecimiento de nuestra riqueza general manifestada en nuestro PIB que desciende en los últimos años de gobierno. Llegada de servicios a los municipios de la comunidad: centros de salud, bibliotecas, instalaciones escolares y deportivas, mejoras de nuestros cultivos y de la industria agroalimentaria. Un patrimonio poco a poco recuperado y valorado, unas infraestructuras de comunicaciones que han avanzado de forma espectacular. Una Universidad que ha permitido a muchas personas de esta comunidad acceder a los niveles de estudio superior, un proyecto de investigación que quiere buscar sus relaciones con las empresas de la región. Un desarrollo empresarial potenciando sectores tradicionales del sector agroalimentario y abriendo nuevas expectativas y áreas de trabajo.
Cualquiera que conozca esta región y haya trabajado en ella puede reconocer, en numerosos aspectos, este cambio importante de la vida real de los ciudadanos. Porque nuestra autonomía que tiene su historia, tiene sus valores territoriales y sus valores afectivos y sentimentales ha sido sobre todo un instrumento de mejora de la vida de los ciudadanos. Nuestra bandera y nuestra identidad están, esencialmente, en la realidad de las personas que vivimos y trabajamos en ella.
Un camino de futuro.
La última legislatura del gobierno autonómico ha coincidido con una etapa de crisis económica a nivel nacional e internacional. Pero junto a ello una falta de aprecio y de ambición por el desarrollo de nuestra comunidad autónoma. Lo conseguido hasta el momento parecían excesos que debíamos recortar y ajustar a mínimos inadmisibles. Hemos aprendido la necesidad de consolidar aquellos logros conseguidos en materias básicas como la sanidad, la educación o la dependencia.
Pero sobre todo debemos aprender que nuestra ambición va mucho más allá de lo que ya hemos conseguido. Podemos y queremos seguir soñando con un futuro todavía mucho mejor. Con un tejido empresarial que asegure el empleo de calidad para todos, de una investigación que potencie nuestras empresas, con un tejido industrial potente en actividades innovadoras y generadoras de riqueza y con un sector agroalimentario puntero en calidad y tecnologías. Y ello, en la base de una identidad que nos da nuestra realidad geográfica cuidada como paisaje singular, medio natural respetado y valorado y un patrimonio histórico referente e identidad de la sociedad y de la obra colectiva de siglos. Pero sobre todo, en la solidaridad de una tierra que quiere el bienestar común y el avance colectivo de todos los que vivimos en Castilla-La Mancha.
DIEGO PERIS SÁNCHEZ