BRUNELLESCHI. EL PROYECTO Y LA MAQUETA.

            En agosto de 1418 se convoca un concurso para decidir cómo realizar la cúpula de Santa María del Fiore. Durante más de diez años se ha construido el tambor sobre el que debe apoyar esta estructura, de forma pausada, como con respeto por abordar la construcción de la parte más difícil del proyecto. Para el proyecto de la cúpula se propone un concurso al que se presentan Bruneleschi y Ghiberti. Se ponen a disposición de cada uno de ellos los medios necesarios para realizar la maqueta de la futura obra por parte de la institución que gestiona la realización de la fábrica. La maqueta de Brunelleschi requirió 90 jornales de cuatro obreros montada a cal con 49 cargas de caballo, con morrilos sin cimbrar. El jurado se reúne en noviembre de 1419 y hasta abril de 1420 no se produce la decisión que elige la opción realizada por Brunelleschi. El premio de 200 florines no se llegó a hacer efectivo y se nombra directores de la obra a Brunelleschi junto a Giberthi y al maestro de obras Battista d’Antonio.

La maqueta de la catedral de Florencia.

            Hace pocos meses ha aparecido la maqueta realizada en fábrica, escondida en el suelo en una zona próxima a la obra real. Es la hermana menor de la cúpula de Santa María del Fiore, la Catedral de Florencia. Estaba escondida a unos 70 centímetros bajo tierra, unos pasos detrás de la obra más emblemática del Renacimiento florentino, que Filippo Brunelleschi construyó  sin armaduras ni sostenes entre 1420 y 1436. Se trata de una cupulita hemisférica que se ha descubierto bajo el suelo del museo dell’Opera del Duomo, justo detrás del ábside de la iglesia. Y tiene la firma más personal y característica del autor: los ladrillos colocados en diagonal, como la espina de un pescado, técnica específica de Brunelleschi. La construcción  mide tres metros de diámetro y, con sus ladrillos rojos, parece una miniatura del monumento que domina la ciudad.  La cupulita  tiene la parte superior derruida probablemente cuando, en el siglo XVIII, se construyó el Teatro. Estaba escondida en una capa de terreno inferior a la actual, que permite datarla  de los primeros decenios del siglo XV. A su alrededor se han encontrado trozos de hierro y bordes de mármol. Ello indica que aquí estaban los talleres y las bodegas artesanales que proporcionaban las materias primas para construir la iglesia. Un documento aparecido también en estas excavaciones es un contrato de trabajo con el cual se encargaba a Brunelleschi la recuperación de un almacén donde guardar los troncos necesarios para montar los andamios.

            La cupulina que se ha encontrado era una especie de boceto para su obra, parte del proyecto pensado e ideado para la posterior construcción. Los ladrillos internos están colocados en diagonal, como la espina de un pescado  sin utilizar material metálico alguno, que  gracias a un sistema de cuerdas  permitía calcular la posición y el ángulo exactos en los que poner cada ladrillo. Filippo di Ser Brunellesco Lapi (Brunelleschi) marcó el costado de los ladrillos que quedaban en superficie con un surco, para hacer que fuesen dispuestos en longitud y no de lado. Bajo la pequeña cúpula, en las capas más profundas del terreno, en cambio, no se encontró ni rastro de edificios anteriores. Esto significa que el área destinada por la Administración para la catedral se hallaba fuera del casco antiguo de la ciudad de antaño, que lindaba con la muralla. La Ópera del Duomo era la institución  laica que la República florentina fundó en 1296 para proyectar y financiar iglesia, baptisterio, cúpula y campanario.

            La cúpula está hecha de dos cascarones de planta octogonal. El interno con forma de arco apuntado de un quinto con siete pies de espesor en la base y cinco en la coronación. El cascarón externo de protección tiene dos pies y medio en la base y uno y cuarto en la cúspide. En el interior un espacio hueco de cuatro pies por donde discurre la escalera de acceso. Uniendo los dos cascarones una serie de costillas en cada arista del octógono y dos más en cada lado con una anchura de ocho y catorce pies. La cúpula pesará finalmente casi 2.500 toneladas y cada día se subían entre 10 y 15 toneladas de material para lo cual Brunelleschi diseña un complejo andamiaje. La doble estructura separaba la cubierta y protección exterior del volumen  interno. Pero a la vez creaba una doble estructura unida por medio de las costillas verticales y horizontales que dan a la cúpula una estabilidad que no tendría solamente una de las dos capas independientemente. Para subir el material ingenian una serie de mecanismos como la “estrella de la cúpula” elemento central de andamiaje que soportaba la máquina elevadora que permitía izar los materiales a la parte superior.

El pensamiento y el proyecto.

            Brunelleschi, Giberthi y Antonio apenas ganan  tres florines al mes frente a los siete u ocho que gana un maestro albañil o un carpintero. Reclaman un salario mejor y en 1420 consiguen que les reconozcan un salario de 100 florines al año. Ellos son los encargados de realizar los bocetos previos de las diferentes piedras que se deben ir colocando, del proceso de ejecución y también de la construcción de los ingenios y máquinas que permiten que el material se pueda subir hasta la altura de la cúpula y se pueda ir colocando en su lugar. Las demandas de Brunelleschi y Ghiberti provocan la reacción de los maestros de los gremios tradicionales que inician una huelga contra esta decisión. Cuando se consolida a Brunelleschi en su puesto con un mejor salario será detenido por no estar matriculado en la corporación de los maestros albañiles. Después de un largo proceso de enfrentamientos, de decisiones de la autoridad de la Obra se consolida esta situación en la que se reconoce un papel especial y predominante al trabajo de Brunelleschi, Ghiberto y d’Antonio. Ha nacido el “hombre que dibuja” el que proyecta el edificio, pensando la obra antes de su realización y calculando sus elementos.

            La catedral de Florencia se inauguró con la música del Nuper Rosarum Flores sonando y la comunidad en pleno con las autoridades presididas por el papa Eugenio IV, orgullosas de lo construido. Guillaume Dufay había compuesto un motete que se estrenó  el 25 de marzo de 1436 dedicado al papa, a Florencia y a la arquitectura. El menú de la inauguración  incluía pan y vino, carnes y fruta, caza y macarrones y otras cosas más. El edificio tenía aún la linterna sin terminar y se completaría en 1468, veinticuatro años después de la muerte de Brunelleschi.

            Todo un curioso proceso que ahora se ha enriquecido con el descubrimiento de la maqueta de fábrica encontrada y que confirma la presencia del hombre que proyecta. Se ha diferenciado el tiempo del pensamiento del tiempo de la ejecución. Un largo periodo de reflexión previo a la ejecución de la obra, de pensar y planificar lo que se quiere realizar. Y por otra parte se ha producido el paso de la obra colectiva de los gremios a la obra pensada por alguien que tiene la preparación para ello y que se diferencia del que la realiza. En estos tiempos que se replantean las competencias profesionales conviene no olvidar los caminos recorridos. La preparación de los profesionales requiere especializaciones diferenciadas que permiten que cada uno podamos desarrollar ciertas tareas para el servicio de la sociedad en aquello para lo que estamos preparados. No se trata de que todos podamos hacer de todo ni de querer excluir a nadie preparado. Pero el pensamiento del proyecto arquitectónico tiene peculiaridades para las que una formación específica es necesaria.