ARTE EN ESPAÑA 1. (1939-1970)

424 EL PASO

ARTE EN ESPAÑA 1.

 La evolución el arte en nuestro país desde el final de la Guerra civil a la actualidad sigue una trayectoria compleja en la que se entremezclan las sensibilidades artísticas de cada momento, la situación política y las nuevas ideas surgidas desde el entorno europeo e internacional. Por ello el libro de José Luis Marzo y Patricia Mayayo se titula Arte en España (1939-2015) Ideas, prácticas, ¡Políticas¡. Algo más de novecientas páginas que tratan de dejar constancia del arte en nuestro país en los últimos 75 años.

Del fascismo a la desideologización del arte.

            El primer capítulo de este recorrido abarca los años que van desde 1939 a 1951 analizando los efectos de la Guerra civil, el exilio y la cultura fascista española. Un análisis de los planteamientos ideológicos del régimen una vez acabada la guerra civil en un intento de controlar toda la actividad e imbuir la práctica artística de sus ideas. Una pretendida recuperación de un estilo español que quiere encontrarse en un barroco propiamente nuestro. Esta situación social y política perjudicó al arte como voz alternativa en la construcción de imaginarios sociales y contaminó retroactivamente las herramientas de interpretación que sirven para explorar la obra previa a la guerra de un gran número de importantes artistas e intelectuales. Por un lado se cuestionaba la práctica artística de los creadores que se sumaron a la causa franquista y por otro se estableció un severo filtro y censura. La Guerra civil puso en grave entredicho la existencia de una cultura liberal, europea e ilustrada que se había ido consolidando antes de la misma.

            Sólo pequeños gestos, actitudes y apuestas formales variadas que planteaban propuestas de renovación. Movimientos como el surrealismo, el postismo surgen en estos difíciles momentos. Artistas como Palazuelo y Sempere trabajan desde mediados de los años cuarenta en Paris desde las propuestas avanzadas de la abstracción geométrica. En 1953 La Escuela de Altamira dio paso al I Congreso de Arte Abstracto de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo organizado por el arquitecto José Luis Fernández del Amo, director del Museo Español de Arte Contemporáneo, congreso controlado y financiado por Manuel Fraga Iribarne. El papel de la Iglesia en la formalización de una imagen del arte adecuada a los nuevos principios morales y políticos será fundamental. Un esfuerzo complejo y dual que va desde las más explícitas prohibiciones a la voluntad de aunar modernidad y humanismo de ascendencia cristiana. La voluntad de restauración del patrimonio religioso como emblema del régimen dará lugar a intervenciones de todo tipo en este importante patrimonio.

Los conflictos de una vanguardia oficial.

            El individualismo fue el eslogan prometido por la dictadura al hacerse esta capitalista. Pero ese individualismo era opuesto al sueño conservador español como decía Blas Piñar, director del Instituto de Cultura Hispánica. La diplomacia artística, las relaciones internacionales reclamaban el reconocimiento de artistas y de nuevas tendencias. En 1950 el comisario español de la Bienal de Venecia se opone a colgar algunas obras abstractas enviadas desde el Ministerio. Pero el reconocimiento de los artistas exilados por parte del régimen a partir de los años cincuenta es palpable. En 1963 se abrió el Museo Picasso de Barcelona y Miró recibió en 1959 la gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. El apoyo del Estado a la vanguardia pictórica y escultórica se centró sobre todo en su difusión internacional. En la novena trienal de Milán, Coderch diseñaba el pabellón para una exposición cuyo comisario era Rafael Santos Torroella.

            En 1957 se funda el colectivo que vendrá a refrendar la apuesta abstracto-expresionista iniciada en los años cuarenta. El Paso, fundado por Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Millares, Rivera, Saura y Pablo Serrano con una influencia americana muy notoria. En este momento, artistas de primera fila, escultores y pintores encuentran en el ámbito religioso lugares apropiados para la presentación de su obra. Oteiza en Aranzuzu junto a Lucio Muñoz, Pablo Serrano y Susana Polac en los dominicos de Alcobendas de Fisac. Son los momentos de la abstracción geométrica, de la presencia de Oteiza y Chillida en la escultura. Momentos que surgen también grupos de fotógrafos que dejan constancia de la realidad social y cultural del país.

            Pero hay un aspecto político en las vanguardias españolas de la postguerra difícil de obviar: que durante los años cuarenta y cincuenta muchos artistas (especialmente los exitosos informalistas) colaboraron con prominentes figuras políticas y culturales del régimen para  asegurarse recursos, visibilidad y proyección internacional. Tomás Llorens señalaba la neutralización ideológica que se produjo en el seno de las vanguardias, el torpedeo oficial de todo lo que no fuera informalismo. Calvo Serraller, sin embargo, consideraba que el arte de vanguardia fue un caballo de Troya antifranquista,

Disidencia y experimentación en los años del desarrollismo (1962-1973).

            A partir de 1962 se hace evidente que en España (y con ella también el arte y la cultura españoles) había entrado en una nueva etapa. Es en ese momento cuando la política de estabilización y liberalización económica iniciada por el gobierno de los “tecnócratas” años antes comienza a dar frutos palpables. En España, las discusiones estéticas sobre el agotamiento del informalismo se mezclaron con la necesidad de reforzar el compromiso del mundo del arte con la lucha antifranquista. En 1959 Tapies se retiraba de la exposición “13 peintres espagnols actuels” en Paris por motivos políticos como también lo harán Saura y Millares. En 1963, 102 intelectuales firman la carta dirigida a Fraga y al año siguiente más de la mitad de los artistas invitados a participar en la exposición XXV años de arte español se retiran de la misma.

            En 1975 Franco inauguraba el Museo Español de Arte contemporáneo diseñado por Lopez Asiaín inspirado, según el autor, en un modelo de Le Courbusier. Comienzan a surgir museos y galerías privadas en diferentes ciudades. Un primer síntoma del protagonismo creciente del realismo está en el colectivo de grabadores antifranquista La estampa Popular. Y junto a ello la difícil relación de los artistas españoles con el pop art. Madrid y Barcelona como focos de manifestaciones artísticas diferentes que exploran nuevos caminos. 35 años de manifestaciones culturales y artísticas que conviven con difíciles momentos sociales y políticos

            El recorrido por el arte en España se realiza, en el libro de Marzo y Mayayo, desde una perspectiva plural que analiza los acontecimientos políticos y culturales de cada momento, las manifestaciones artísticas en campos diversos como la arquitectura, la pintura o la fotografía y visiones plurales y abiertas en las que se incluye una visión de la aportación femenina. El libro es, por ello, especialmente atractivo en este recorrido que realiza por la cultura si bien es verdad que en este intento de abarcar cosas tan diferentes, en ocasiones, faltan nombres o realizaciones que podrían ser importantes. Pero ello no deja de ser un problema menor al lado de la visión global que presenta en su conjunto.