2024

Con el nuevo año llegan celebraciones como la de los Reyes Magos en las que tradicionalmente pedimos nuestros regalos y hacemos nuestras buenas promesas para el año que empieza. Este año hago mis peticiones con cinco importantes solicitudes.

Objetivos comunes.

Objetivos compartidos como garantizar las condiciones de vida en situaciones dignas de todos los que formamos la comunidad democrática en la que vivimos. Nuestra estructura administrativa hace que en cada lugar de nuestra comunidad autónoma tengan incidencia las decisiones de administraciones locales, provinciales, autonómicas, nacionales y europeas. Un entramado que es necesario ser capaz de administrar de forma que se consigan los resultados que acaben beneficiando a los ciudadanos.

Cada administración puede y debe establecer sus objetivos a lograr dentro de sus respectivas competencias contando con los medios y recursos cuya responsabilidad tiene. Y su primera obligación es definir esos objetivos de forma clara para establecer así las políticas que quiere desarrollar. Y para ello puede contar con el apoyo de los demás niveles de la administración con los que debe acordar. Pero no es un buen camino presentar las propuestas de los demás como logros propios, ni eludir las propias responsabilidades amparándose en las que tienen otros niveles administrativos.

Los proyectos comunes, lo son en la medida en la que nacen de objetivos que se comparten y que llevan a acuerdos en su definición, en su financiación y en su ejecución. Plantear nuestros proyectos para que los demás los ejecuten o financien no suele ser un buen camino para lograr los objetivos que se consideran buenos para cada ciudad. Igual que no es bueno dedicarse a definir las políticas que deben hacer los demás. La buena política no es la de la confrontación, sino la que es capaz de lograr acuerdos, de sumar esfuerzos para llegar a los objetivos que se quieren alcanzar.

Ideas, conocimiento y propuestas.

La vida de la comunidad avanza cuando lo hacen las ideas, el pensamiento, la reflexión y la investigación. Ámbitos plurales que debemos potenciar como valores de nuestra humanidad. Conocimiento de la realidad en la que vivimos, de nuestro entorno, de nuestros problemas y de sus posibles soluciones. Ideas capaces de generar ilusiones y proyectos en todos los ámbitos: sociales, culturales, políticos y religiosos. Compromisos políticos que son buena muestra de integración den la sociedad. Investigación que hay que fomentar, ordenar, financiar y apoyar desde todos los ámbitos porque es el camino capaz de mejorar nuestra economía y nuestras vidas.

La Universidad sigue siendo el ámbito prioritario de la investigación que necesita apoyarse en infraestructuras, equipamientos y personal especialmente cualificado. Se habla en muchas ocasiones de la Universidad como algo ya terminado y es verdad que hemos realizado avances importantes en este proyecto. Pero la Universidad debe ser siempre un proyecto abierto a nuevas propuestas a renovaciones de especial importancia en los ámbitos de la investigación. Y en ese campo, la colaboración de las administraciones y del mundo empresarial es esencial como avance necesario que producirá sus resultados en la vida de la comunidad.

Respeto a los demás.

Respetar es la capacidad de mirar a los demás, de escuchar sus propuestas, sus formas de entender y actuar en la vida. Y porque respetamos a los demás podemos y debemos exigir respeto a nuestras ideas, a nuestras propuestas y actuaciones.

Ello, vivido en una sociedad cada vez más plural tiene mucho que ver con la inteligencia y capacidad de pensar y reflexionar. Escuchar las ideas de otros, analizar experiencias de formas de vida diferentes a las nuestras enriquece nuestras propias vidas. Eso exige un clima de tolerancia que admite esas diferencias, que las trata de entender y que permite su ejercicio en libertad. Las propuestas de intolerancia, de exclusión, de eliminar y agredir a aquellos que piensan distinto son uno de los puntos que debemos evitar y si es necesario impedir. Porque el respeto a la libertad de los demás debe ser condición indispensable de nuestra convivencia en una sociedad democrática.

Si no son buenas las ideas de los muros y las barreras tampoco lo son los caminos del insulto y la descalificación, de la falta de respeto a los ámbitos legales de convivencia, a las estructuras de organización de nuestra vida común y a las instituciones que desarrollan su actividad en el ámbito de cada poder del estado. La defensa principal para asumir colectivamente es la de la tolerancia y el respeto, la de admitir las diferencias y respetar las decisiones comunes, aunque no sean las nuestras.

Acordar.

Si el respeto a la diversidad es esencial en la convivencia, este respeto puede y debe conducir en la medida de lo posible a acuerdos que hagan posibles proyectos comunes y que la vida cotidiana tenga una buena dosis de amabilidad. Y ello exige esfuerzos por parte de todos para tratar de encontrar esos puntos de encuentro, esos ámbitos en los que sea posible compartir ideas y proyectos.

            Cuando las leyes encuentran esos puntos comunes hacen posible que las propuestas de todos se desarrollen en ámbitos de entendimiento y concordia. Pero, en democracia, hemos decidido que cuando esos acuerdos se hacen difíciles debe primar la mayoría, con el entendimiento de que todas las aportaciones son igualmente válidas, de que la aportación de cada miembro de la comunidad es igual a la de los otros. Y una vez acordado, pedimos el respeto a esos acuerdos comunes y propuestas acordadas.

Convivencia en paz

La situación actual del mundo ha llegado a extremos de agresividad extrema. En muy diferentes lugares y por razones distintas han estallado las guerras como solución a diferencias y conflictos. Ucrania, Gaza, Somalia, Chad… Si limitásemos o prohibiésemos la fabricación de armas nos iría bastante mejor a todos. El negocio mundial de la fabricación de armamento ha adquirido unas dimensiones singulares en estos últimos años. Ello unido a la megalomanía de algunos dirigentes nos está conduciendo a situaciones dramáticas para muchos países.

Sería bueno que en el 2024 invirtiésemos más en mejorar nuestras ciudades y la vida de las gentes y menos en armamento. Sería bueno encontrar puntos de acuerdo para acabar con procesos como los que hemos visto el pasado 2023. Mejor un mal acuerdo que continuar con estas guerras.

Son grandes peticiones para el año 2024. Otras más humildes también serían importantes: acabar de restaurar la Casa de la Cruz Roja, el colegio de la ferroviaria o el cascarón del Hospital del Carmen desde la Junta de Comunidades o la Casa de Cultura diseñada por Fisac, el convento de las Terreras o el auditorio inacabado desde el ayuntamiento de mi ciudad.

Probablemente demasiadas peticiones, pero espero que algunas de ellas se hagan realidad en este año que comienza.

DIEGO PERIS SÁNCHEZ